Una ilusión apagada
Editorial
Una ilusión apagada
Tras una semana de la cancelación del Jamming Festival 2022, las incógnitas acerca de este suceso siguen presentándose, tanto en las personas que iban a asistir al evento como espectadores, como en los comerciantes o emprendedores.
Hubo pérdidas millonarias, no solo en el sector turístico y de ventas que se tenían previstas para el puente del 19, 20 y 21 de marzo, sino también en los fanáticos. Inclusive llegaron extranjeros de todas partes del mundo, que habían gastado miles de dólares para presenciar el prometedor festival.
¿Quiénes responden por este dinero? ¿Dónde está el dinero?
En la página oficial del Jamming se publicó un comunicado en donde aseguraron que enviando un correo se haría la devolución del dinero a las personas que compraron boletas. Pero en redes sociales y en las calles, todo indica que las personas cada día pierden más la esperanza de que esto suceda.
Hablando con una fanática de este evento, que de hecho ya había asistido a 3 festivales del Jamming realizados por los mismos organizadores, me comentaba que “hemos perdido la fe. Ya no esperamos nada de quienes organizaron el evento. ¿De dónde van a sacar el dinero para hacer las devoluciones? Si seguramente ya lo gastaron todo en montajes, en gastos personales, o haciéndoles pequeños anticipos a algunos artistas. Porque eso si, a muchos ni siquiera les pagaron. También por eso los artistas decidieron cancelar”.
Y aunque algunos cantantes cancelaron, otros estaban completamente seguros que se presentarían: inclusive varios ya habían llegado a Colombia, y fue acá donde se enteraron que ya no se realizaría el festival. Uno de los grupos, Los Caligaris, decidieron hacer un concierto gratuito en la Media Torta en Bogotá, junto a otros artistas que también habían venido al país para este evento, y que quedaron desilusionados, juntos a miles de personas, por la presunta estafa de la que hoy debe rendir cuentas el grupo de organizadores.
La tristeza se nota. Fueron 2 años de espera, en donde fue aplazado 4 veces el evento: pero aún así, muchas personas no perdían la fe. Y la incertidumbre continúa: yo también me pregunto lo mismo que se preguntan las 150.000 personas que iban a asistir: frente a esta noticia (dada un día antes de la fecha del festival) ¿Quién responderá o dentro de cuánto tiempo lo hará?
Pero en medio de todo, los colombianos nos distinguimos porque, si nos lo proponemos, podemos ayudar a las personas que parecen haberlo perdido todo: quienes venderían comida, bebidas y artesanías dentro del evento, o en la ciudad de Ibagué a los turistas, quedaron con miles y miles de productos ya hechos, pero las personas decidieron apoyarlos comprando al por mayor, o visitando Ibagué durante el fin de semana y gastando el dinero en estos productos que los comerciantes llegaron a pensar que se iban a perder, y quedaron “con los tamales listos y la mesa vacía” tras la cancelación del evento.
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